Hallaron nuevos restos fósiles en Chapadmalal

Corresponden a tres especies de aves.
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El Área de Paleontología del Museo Municipal de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia, anunció un triple hallazgo inédito e invaluable a nivel mundial. Se trata de un Ave del terror, un Cóndor prehistórico y un Águila de gran porte de gran valor científico.
Estas tres aves fósiles con hábitos carnívoros provienen de la formación geológica Chapadmalal con una edad entre 5.5 a 3 millones de años atrás (edad Chapadmalalense). Este descubrimiento fue posible gracias al trabajo de los especialistas del Museo y la labor llevada a cabo por los colaboradores Vanesa Moran, Leandro Santacrocce y el biólogo Nicolás Chiaradia.
Es importante recalcar que encontrar restos de aves en el registro fósil resulta muy difícil ya que poseen huesos muy frágiles por estar constituidos por paredes finas y extensas cavidades aéreas internas, que al ser expuestos a las inclemencias ambientales (lluvias, viento, rayos ultravioletas, etc.) son rápidamente destruidos.
En esta ocasión se hallaron restos de un Ave del Terror, un Cóndor prehistórico y un Águila de gran porte. El Ave del terror pertenecería a un juvenil de Mesembriornis Milneedwardsi, que sería el Fororraco de mayor porte que viviera en la prehistoria de Mar del Plata, alcanzando 1.8 metros de altura convirtiéndolo en el predador tope de ese entonces.
Por su parte se suma a los cielos de la edad Chapadmalalense, un Cóndor prehistórico cuyo húmero (primer hueso del ala que conecta con el cuerpo) posee una longitud de 33 cm. Esta especie de cóndor habría aprovechado los vientos constantes y paradores elevados de las sierras de Tandilia para hacerse de la amplia oferta de carroña que ofrecía la fauna chapadmalalense y que incluía una gran variedad de animales que pesaban más de 1000 kgr., entre ellos perezosos terrestres y armadillos gigantes.
La nota de color la ofrece un ave rapaz, en este caso un Águila Prehistórica que sería según las primeras observaciones, algo más grande que un águila coronada (Harpyhaliaetus coronatus). Los restos demuestran que poseía poderosas garras en sus patas prensoras que le permitirían dar caza a una amplia gama de presas como ungulados nativos y roedores de muy variado tamaño presentes en los últimos albores de las grandes llanuras sudamericanas.
Por aquel entonces el paisaje de Mar del Plata era muy diferente, la fisonomía era similar al del Palmar de Entre Ríos, con suaves lomadas acribilladas por madrigueras de roedores y armadillos, donde las sierras de Tandilia se verían más imponentes que en la actualidad. En este contexto es que vivió una de las faunas más atrapantes de la prehistoria sudamericana y que hoy agranda su familia.


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