Bioetanol: el potencial desaprovechado de Argentina frente al avance global
Mientras Estados Unidos y Brasil baten récords de producción y exportación de bioetanol, Argentina apenas destina el 3% de su maíz al combustible renovable. Expertos advierten sobre la necesidad urgente de políticas públicas para no perder el tren del desarrollo energético y económico.

El bioetanol se posiciona como una herramienta clave para la descarbonización del transporte, la generación de empleo y la sustitución de importaciones. Sin embargo, su desarrollo en Argentina se encuentra estancado frente al avance de potencias como Estados Unidos y Brasil, que integran al etanol como pilar de sus estrategias energéticas y agrícolas.
Durante el Congreso Maizar 2025, especialistas de Estados Unidos, Brasil y Argentina analizaron los desafíos del sector. Entre ellos, Beatriz Pupo del US Grains Council, destacó que la producción global de bioetanol crece a un ritmo anual del 4%, superando los 120.000 millones de litros. Los principales productores —EE.UU., Brasil, India y la Unión Europea— representan el 90% del mercado global, gracias a políticas activas de mezcla obligatoria, metas ambientales y beneficios fiscales.
En Estados Unidos, la producción récord de 2024 superó los 61.000 millones de litros, con una mezcla de etanol en naftas del 10,4%. Este volumen no solo cubre el consumo interno, sino que también alimenta exportaciones crecientes hacia Europa y Canadá.
El mercado estadounidense incorpora opciones como E15 y E85, con picos históricos de venta debido a su menor costo respecto a la gasolina: 16 centavos de dólar más barato por litro en promedio.
Por su parte, Brasil vivió una zafra récord de 35.000 millones de litros, donde el etanol de maíz representa ya el 20% del total. Se espera que ese porcentaje alcance el 40% en 5 años, cambiando el eje de producción antes dominado por la caña de azúcar.
Argentina: un mercado con mucho por desarrollar
Según Antonella Semadeni, economista de FADA, la industria del bioetanol en Argentina genera impactos socioeconómicos significativos más allá de lo ambiental:
- USD 184 millones anuales en recaudación fiscal
- USD 410 millones en ahorro de divisas por sustitución de nafta importada
- 5.125 empleos directos
- USD 164 millones en valor agregado
- USD 88 millones en inversiones recientes
Aumentar el corte de etanol en naftas del 12% al 27,5% —como en Brasil— generaría USD 1.100 millones adicionales en ahorro de divisas, 14.000 empleos nuevos y mayor recaudación fiscal. Para ello, se requerirían 5,3 millones de toneladas de maíz, el 10% de la producción nacional.
Un sector estratégico sin apoyo suficiente
Patrick Adam, de la Cámara de Bioetanol de Maíz, remarcó que el contexto global exige transición energética, y que el etanol de maíz argentino ofrece ventajas ambientales, económicas y productivas. Aun así, solo el 3% del maíz nacional se destina a este fin, frente al 25% en EE.UU. y Brasil.
Además de proveer octanaje más barato y limpio, las plantas de etanol generan coproductos valiosos como burlanda (alimento para ganado), CO₂ industrial, aceite de maíz y vinaza para biogás. Son verdaderos centros de producción energética y alimentaria.
Adam criticó la falta de marco regulatorio flexible, la existencia de cupos y fórmulas de precios rígidas, y la imposibilidad de vender autos Flex Fuel (que fabricamos y exportamos a Brasil). Reclamó un mercado libre y competitivo, donde el consumidor pueda elegir.
Conclusión: una oportunidad que no puede seguir esperando
El bioetanol argentino tiene todo para liderar: materia prima disponible, capacidad industrial subutilizada, experiencia técnica y ventajas fiscales. Pero sin una política pública consistente, el país sigue resignando oportunidades de desarrollo económico, energético y ambiental.
El ejemplo de Brasil y Estados Unidos muestra que el crecimiento es posible con decisión política, metas claras y apoyo a la innovación. El debate está abierto. El momento es ahora.