Evolución de plagas redefine el manejo sanitario en el maíz
El avance de la chicharrita del maíz, la resistencia de la cogollera y el aumento de la oruga de la espiga en cultivos Bt plantean un nuevo desafío para la producción agrícola en Argentina y la región, que exige un Manejo Integrado de Plagas con enfoque sistémico y sostenible.

Las plagas del maíz atraviesan un proceso de evolución y adaptación que obliga a los productores y técnicos a repensar las estrategias de control. Investigadores del INTA remarcan que factores como el aumento de la superficie sembrada, el uso masivo de maíces Bt y las variaciones climáticas modificaron su comportamiento, configurando un escenario sanitario complejo.
Según Diego Szwarc, investigador del INTA Reconquista, la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis) avanzó en la última campaña hacia el centro y sur de la zona productiva, favorecida por inviernos más benignos y siembras escalonadas. Se trata de una plaga emergente sobre la que aún se necesita generar conocimiento para diseñar estrategias de manejo efectivas.
En paralelo, la oruga cogollera (Spodoptera frugiperda) se consolidó como la “gran sobreviviente”. Su plasticidad alimentaria, generaciones superpuestas y resistencia múltiple a eventos Bt e insecticidas –documentada en Brasil y Argentina– encienden señales de alarma.
A su vez, la oruga de la espiga (Helicoverpa zea) muestra alta incidencia en maíces tardíos con tecnología Bt, alcanzando en algunos lotes un 98 % de afectación. Además del daño directo en la espiga, favorece la presencia de hongos y la contaminación con micotoxinas.
Por otro lado, el barrenador de la caña (Diatraea saccharalis), antes una plaga clave, hoy se considera secundaria, aunque sigue presente en caña de azúcar, sorgo y maíces no Bt, con casos de resistencia reportados en la región.
El futuro: del control al diseño de sistemas
Para Szwarc, la clave está en avanzar hacia un Manejo Integrado de Plagas (MIP) con visión holística. Esto implica:
- Diversificación de siembras y rotaciones.
- Potenciación del control biológico, tanto con bioinsumos como a través del diseño del paisaje agrícola.
- Uso responsable de fitosanitarios.
- Refugios adecuados en cultivos Bt y cultivos de servicio como parte del esquema de manejo.
“Ya no se trata de cómo controlar una plaga específica, sino de cómo diseñar sistemas agrícolas resilientes que reduzcan su impacto. El verdadero cambio será pasar del control al manejo integrado del agroecosistema, con una visión integral y sostenible”, concluyó el investigador.

