La violencia ya escalaba en el basural antes del crimen que nadie evitó
Los recicladores contaron sobre los abusos y la agresividad de la policía. El hostigamiento a la familia de Emanuel Márquez. Una invitación al intendente a que recorra el predio y vea cómo trabajan. Las novedades en la causa del homicidio.
Rocío Márquez, la hermana de Emanuel, el hombre de 23 años asesinado por la policía en el predio de disposición final de residuos el pasado 16 de agosto, y Marcos Bouzas, el abogado de la familia, dialogaron con Región Mar del Plata. Márquez describió el trabajo en el predio, cómo venía creciendo la violencia de la policía, invitó al intendente a que recorra el lugar y vea cómo trabajan y describió el hostigamiento que está sufriendo la familia. Mientras que Bouzas detalló que los testigos que ya declararon y los que lo harán esta semana desmienten las versiones policiales acerca de lo sucedido.
Márquez tiene 30 y contó que con Emanuel y el resto de los hermanos se criaron en el basural. “Hace veinte años que voy. Como no terminamos la escuela, trabajamos ahí. Vivimos lejos del predio así que nos levantamos a las seis y esperamos al flete que nos pasa a buscar”.
Ella empezó a trabajar allí a los 10 y Emanuel a los 11, cuando era normal que hubiera chicos que trabajaban en “la quema” como a veces la llama. Una situación que se repitió hasta hace unos cinco años. “Era el único trabajo que teníamos y veíamos plata en el día”, sostuvo y recordó que el padre y la madre también son recicladores.
Tanto ella como Emanuel intentaron dejar el basural. Rocío hizo cursos de manipulación de alimentos y también uno para hacer pestañas y contó que Emanuel hacía changas en la construcción como peón de albañil, cortaba el pasto, podaba y, a veces, salía a juntar cartón. “Era una persona muy buena, si te podía ayudar te ayudaba. Iba, trabajaba y lo que ganaba se lo mandaba a su hijita (una niña de tres años). SI lo tuviera que describir, estaría todo el día. Era una re persona”, dijo.
Sin embargo, siempre tuvieron que regresar al basural por más que se trata de un empleo que abruma. “Toda la vida yendo al predio cansa”, dijo Márquez y explicó que los factores son varios. Primero, la distancia y después que la tarea demanda demasiado esfuerzo. “Estamos ahí bajo la lluvia, bajo el sol, el calor. Ahora que viene el verano es muy agotador”.
Apenas llegan, se calzan los guantes que a veces se los dan y otras los tienen que conseguir, toman unas bolsas grandes y gruesas a las que llaman maletas, van a donde los camiones arrojan la basura, rompen las bolsas y revuelven hasta que encuentran elementos para reciclar: papel, cartón, metal, vidrio. Después hacen lo mismo en el sector donde se tira la comida, la fruta que llega del mercado de abasto y otros alimentos.
La jornada se extiende hasta las cuatro o cinco de la tarde. La excepción son los martes y los viernes. Esos días en que se sacan las bolsas verdes pasan la noche en el basural. Márquez duerme en un auto pero hay quienes “duermen sobre la pila de lo cirujeado con un colchón o una manta” y recién regresan a la casa a las doce del mediodía siguiente.
A un reciclador lo hicieron correr mientras le disparaban
La violencia de los efectivos venía creciendo. “Había tres policías que sabían apaciguar las cosas, cómo hablar. Si alguien se peleaba y no respondía, se acercaban y avisaban a la municipalidad que se encargaba de suspenderlo o darle la posibilidad de seguir yendo”.
Una semana antes del crimen, según el relato de Márquez, dos recicladores habían discutido. “A uno le sacaron la mochila, las zapatillas y el celular y lo hicieron correr mientras le disparaban con la escopeta. Cuando vimos ese accionar nos acercamos a ver por qué le hacían eso. Éramos un grupo de mujeres y la jefa de la policía nos dijo que no nos metiéramos porque ella sabía lo que hacía”.
Como no tenía el celular a mano, Márquez le pidió a una compañera que filmara y la policía la amenazó: “Si vos me grabás, no entran más nos dijo”.
“Era un grupito de policías que siempre actuaba de una forma agresiva. No hablaban, no preguntaban. Patoteaban y te sacaban afuera”, describió.
Márquez se mostró conforme con el trabajo de los empleados municipales que hay en el predio: “Son de hablar y tratan de ayudar”. Pero no con el intendente Guillermo Montenegro. “No estuvo bueno que salga a hablar así sin saber lo que pasó y que dijera que temía por la familia del policía ¿Y nosotros? ¿Nosotros qué? Ni las condolencias dio. Lo único que le importaba era proteger al policía, al asesino”.
“Creo que él y la mayoría de las personas no saben lo que es ir ahí. Invitaría a que recorran, vean cómo se trabaja. Si hacen una encuesta y preguntan a la gente si haría ese trabajo, responderían que no”, apuntó
El hostigamiento
Márquez, además, denunció el hostigamiento que están recibiendo por parte de la fuerza de seguridad. Y lo describió así: “Vivimos en el fondo del Autódromo (barrio ubicado en la zona de Vértiz y 240). Los policías vienen con los autos, se paran atrás de la casa donde hay campo, se bajan o se quedan parados. Van y vienen caminando. Sacan fotos, se suben al auto”.
Los efectivos han permanecido hasta una hora y media en la puerta de la casa. La situación se repite en la feria que hacen en avenida Mario Bravo 9030. Márquez lo atribuyó a que la mujer de uno de los policías vive cerca de allí. “Cuando tuvimos la conferencia de prensa en la casa de Lucía Pérez, apareció un policía particular con un efectivo en cada esquina”.
Mientras que Marcos Bouzas, el abogado de la familia, explicó que “son situaciones amenazantes, intimidantes. Hasta ahora no ha ocurrido nada violento desde lo físico o lo verbal pero lo que buscan es tratar de coercionar a la familia para que adopte una actitud de menos lucha”.
Los testigos desmontan la versión policial
Durante esta semana se tomarán declaraciones testimoniales a personas que presenciaron el crimen y se sumarán a las que ya existen en el expediente. Según Bouzas, los testimonios demuestran las inconsistencias en el relato de los policías. Los agentes sostuvieron que no fueron menos de cien personas las que los agredieron. Bouzas aclaró que “los testigos dicen que eran seis o siete los recicladores que estaban en confrontación con la policía”.
Además, los efectivos declararon que el disparo que mató a Emanuel Márquez se había producido en un forcejeo mientras que los testigos y las cámaras del lugar, apuntó el abogado, los desmienten y “marcan la actitud agresiva de los policías. Abusiva, violenta. Patotera, dijeron algunos”, remarcó.
Bouzas destacó que incluso algunos de los recicladores afirmaron que si hubiese habido otros policías (los agentes rotan, no están siempre los mismos) la situación se habría resuelto de manera muy distinta. “Hacen hincapié en que desde hace meses venía una escalada de violencia policial hacia ellos. Parecía que el uso de la escopeta y el disparo era algo a lo que la policía acudía fácilmente ante cualquier situación que se pudiera generar”.
Hay cuestiones que todavía no figuran en el expediente porque quienes tienen esa información aún no fueron llamados a declarar. No obstante, el abogado, al igual que Rocío Márquez, también contó sobre el otro reciclador al que una semana antes del homicidio la policía lo obligó a correr mientras le disparaban. “La persona se asusta y no denuncia porque quiere volver a trabajar. Es su fuente de ingreso”, explicó.
Otra muerte evitable
Las declaraciones que ya existen en el expediente y las que se sumarán demostrarían que el crimen era evitable: un caso de gatillo fácil. Bouzas relató que el conflicto entre Márquez y el otro reciclador había concluido. “Sin embargo, los policías salen cargando la escopeta. ¿Cuál era la necesidad si no había un conflicto entre dos grupos? Eran dos personas que se habían peleado, cuatro efectivos policiales y ya había terminado el conflicto. Ante el primer tumulto, dispararon y lo completaron con los disparos de nueve milímetros. Obviamente, todo conducía a que esa situación terminara con el asesinato”.
La tesis cobra más fuerza si se tiene en cuenta que un reciclador le advirtió a uno de los policías que iban a terminar matando a alguien. “La mayoría coincide en que no hubo más muertos de milagro. Está el video de los policías disparando al bulto con el arma reglamentaria y el hermano de Emanuel recibió un proyectil en la pierna”.
El efectivo que habría disparado y que está imputado en la causa, Cristian Matías Andrade, permanece en libertad ¿Por qué no está detenido? “El juez valoró que, como se conoce técnicamente, no había riesgos procesales: ni de fuga ni de entorpecimiento probatorio. Nosotros no lo compartimos pero el que decide es el juez”, respondió el abogado.
A su vez, Bouzas manifestó que no hay responsabilidad penal de parte de la municipalidad. “Se verá con el devenir del proceso penal qué sucede. Si se determina algún tipo de responsabilidad por las condiciones en que los recicladores estaban. Hoy no hay algo muy claro pero no quita que con el devenir de la investigación se puedan descubrir situaciones o hechos que no han sido advertidos”.