¿Cuántos millones más morirán hasta que las vacunas sean para todos?

El mundo se ha convertido en un lugar en que los dueños de las patentes deciden quién vivirá.
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Si son chinas, rusas o estadounidenses, si se puede posponer la segunda dosis, si tienen 3 o más del 90% de efectividad. Se ha discutido casi todo acerca de las vacunas y, con cinismo, se les exige a los gobiernos que aceleren la vacunación cuando las vacunas no son para todos. Los dueños de las patentes y los países que los apañan acapararon la producción.

Los datos son arrasadores: hay 10 países que concentran alrededor del 80% de las vacunas. Y hay 130 en los que viven 2500 millones de personas a los que no llegará ni una sola dosis durante 2021.

La India y Sudáfrica presentaron una propuesta en octubre pasado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que se suspendan las patentes mientras dure la pandemia. La iniciativa cuenta con el acompañamiento de 57 países, la apoyan, en total, más de 100 -incluso Argentina- y tiene el aval de más de 400 organizaciones de la sociedad civil. Entre ellas, están Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional, Grupo Efecto Positivo (GEP) y la Red Latinoamericana de Acceso a Medicamentos (RedLAM). En la última semana se sumó el pedido de ex mandatarios y premios nobeles.

Nada de todo eso importa a los países centrales. Estados Unidos, Europa, Australia y Canadá, entre otros, no sólo concentran las vacunas sino que se oponen y bloquean la suspensión de las patentes que hace siete meses espera ser tratada en la OMC.

Argumentan que sin patentes, la inversión para el desarrollo de medicamentos no tendría ningún incentivo. Y también sostienen que la existencia de las vacunas contra el COVID, a menos de un año de desarrollo de la pandemia, solo es posible con este sistema.

Sin embargo, la abogada especializada en propiedad intelectual Lorena Di Giano -coordinadora de la Red Latinoamericana de Acceso a Medicamentos (RedLAM) y directora ejecutiva de Grupo Efecto Positivo (GEP)- dijo que la trampa empezó hace más de veinte años cuando en la OMC se aprobaron los Acuerdos sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC).

Los ADPIC representan el acuerdo multilateral más completo sobre propiedad intelectual con el cual se aprobó el uso de las patentes en todos los países miembro de la OMC y, por lo tanto, se dio luz verde a la conformación de monopolios: la empresa que patenta un medicamento lo puede producir, comercializar e importar de forma exclusiva durante veinte años.

La producción aumentaría entre tres y cuatro veces
La industria farmacéutica y quienes se oponen a la suspensión sostienen que el problema no son las patentes, que por más que las liberaran, los insumos no alcanzarían y no se podría aumentar la producción.

La abogada de FEP recordó que hace casi un año se sabía cuál iba a ser la demanda, cómo funciona el sistema y lo que se iba a necesitar. "En vez de tener más plantas de producción, preferimos pagar 40 mil millones de dólares a las compañías -N de la R: para adquirir vacunas- que ni siquiera están cumpliendo los contratos".

"¿Por qué no transfieren la tecnología? Porque la quieren concentrar. Para mi tienen un gran miedo de que la suspensión funcione", dijo Di Giano y añadió: "Si se pudiera poner en funcionamiento la capacidad de producción de todo el mundo, hoy estaríamos produciendo tres o cuatro veces más vacunas. En Argentina hay plantas de producción que no estamos usando".

"A Pfizer le llevó cuatro meses instalar una fábrica en Alemania. Imagínate si pudiéramos instalar en cuatro meses una planta en cada país", graficó y agregó: "Necesitamos muchos más científicos trabajando con presupuesto, plantas de producción y transferencia de tecnología".

Las vacunas son de los mismos capitales que están detrás de las deudas externas
Las patentes no son argentinas. Son de trasnacionales de Estados Unidos, países de Europa y Japón que al tener el monopolio "ponen a los medicamentos, el precio que más le conviene a sus intereses".

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en 2020 hubo unas 10.700 nuevas solicitudes de patente en el sector farmacéutico que creció a un 10 % interanual en el primer año de pandemia. Y que en los últimos veinte años creció a un promedio del 3%.

"Les dicen laboratorios y uno se hace la idea de científicos y tubos de ensayo pero son empresas que cotizan en la bolsa de Nueva York. Son los mismos capitales privados que están detrás de las deudas externas; capitales especulativos, como Black Rock que saben que los monopolios de las patentes les permiten tener estas ganancias exorbitantes", explicó.

En un escenario donde el virus muta de forma constante, la concentración es una forma de la necedad: para ganarle al COVID todo el mundo debería inocularse. "Si seguimos así por más que esos países vacunen a su población, las variantes que se están generando en el sur -Sudáfrica, Manaos o Belo Horizonte- les van a llegar". Y la pandemia no haría más que volver a empezar.

Tercera vía
Di Giano advirtió que la idea de la presidenta de la OMC es la tercera vía. Se trata de licencias voluntarias. "Acuerdos de las empresas que tienen las patentes con empresas de medicamentos genéricos. A través de esos contratos, las multinacionales determinan quién fabrica y en qué países se pueden comprar esos medicamentos. Esto sería para algunos países y se trata de que sea para todos".

Los precios de los medicamentos los determinan según la renta de un país y las empresas tratan de sacar lo que más pueden. "Entones hay una enorme transferencia del sector público al privado. El rol del estado es comprar nada más. No invertimos realmente en desarrollo de tecnología".

El sistema no funciona
Para la abogada, las tecnologías médicas nunca debieron estar en el ámbito comercial pero hace veinte años los países las aprobaron. "Entre todos tenemos que ir y revertirlo: hay sobradas evidencias de que el sistema no está funcionando".

Tras aclarar que se trata de la vida y la salud, la abogada también se refirió a las economías que están colapsando. "Hay sufrimiento, hambre, pobreza y concentración. Entonces porqué priorizar esta apropiación del conocimiento cuando estamos necesitando tomar decisiones a favor de los DDHH".

Los votos para la suspensión están. Se necesitan dos tercios para aprobarla. "El problema es que la OMC pretende que todo se haga por consenso, que todos los miembros estén de acuerdo y para eso podrían pasar años. No sé cuántas vidas más va a llevar".

Sería fácil terminar este artículo contando la cantidad de muertos. Pero es insoslayable. Hasta éste sábado a la noche murieron por COVID más de 3 millones de personas en todo el mundo. Algo así como toda la población de la Capital Federal. Quizás sea como dice Di Giano: "Si seguimos así, en el mundo sólo van a quedar las patentes. y las cucarachas".


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