Murió un trabajador cada 3 horas durante 2021
Fue en sus puestos de trabajo. El dato lo adelantó el espacio Basta de Asesinatos Laborales. La responsabilidad de las patronales, el estado y la complicidad de las conducciones sindicales.
El espacio Basta de Asesinatos Laborales (BAL) reclama hace más de cinco años por la especulación de las patronales que no invierten en seguridad, la falta de control estatal y la complicidad de los sindicatos que redundan en crímenes. Las condiciones laborales se vienen deteriorando tanto que cada vez hay más muertes evitables en ámbitos de trabajo.
En 2020, el número de muertes fue de tres por día y para 2021 -el informe saldrá en octubre- la cifra asciende a 8 por día. Quizás la razón de ese aumento tan brutal sea que "continuaba el DISPO pero se habían liberado un montón de sectores de la producción", manifestó la integrante del BAL Paula Frontini. Es decir que a las muertes que se sucedían se sumaron las de COVID.
En los años previos a la pandemia, el promedio de edad de los fallecidos era de 42 años. Con el coronavirus la edad aumentó.
El espacio está compuesto por "familiares, compañeros y compañeras de las víctimas, y otros compañeros y compañeras de distintos sectores y lugares de trabajo cansados de ver morir trabajadores por la negligencia patronal".
Paula Frontini, integrante del BAL, recordó que el espacio nació con ese nombre en 2016. El 9 de septiembre de aquel año murieron tres trabajadores en un día en Capital Federal y Gran Buenos Aires. El mecánico de la línea 60, David Ramallo, aplastado por una máquina -los trabajadores venían denunciando las condiciones y los riesgos que corrían-, Diego Soraire del INTA por la explosión de un bio digestor y Richard Alcaraz, trabajador de la construcción.
Trabajadores de distintos sectores se empezaron a reunir y estuvieron de acuerdo en que "la patronal estaba ahorrando en seguridad e higiene", explicó en relación a las razones de las muertes. "Se denuncian un montón de cuestiones y los que ponemos el cuerpo y la vida somos los trabajadores y trabajadoras", agregó.
Los trabajadores, además, encuentran al estado como uno de los responsables. "Debería controlar a través de la Súper Intendencia de Riesgos del Trabajo. Debería velar por la seguridad. Las conducciones sindicales, que deberían apoyar a los trabajadores, terminan siendo cómplices. No son accidentes. Se podrían haber evitado porque ocurren por el ahorro en salud. Por eso le llamamos asesinato laboral".
En Mar del Plata, hay un sector donde ocurren con mayor notoriedad: el de la pesca. "Los hundimientos de los buques Repunte (2017) y Rigel (2018) son los ejemplos más claros. Los familiares, sobre todo, los que están nucleados en Ningún Hundimiento Más -la mayoría son mujeres porque muchas son las esposas o hermanas- también empezaron a tomar ese concepto y ya se habla de asesinato laboral y no simplemente de una muerte".
Los anuarios del BAL -aclaró Frontini- se elaboran por la falta de datos oficiales. En 2020, el último disponible, el sector más castigado fue el de la salud. No obstante, antes del COVID, el sector con más muertes era el del transporte -sobre todo de camioneros en las rutas- y la construcción.
Un sistema que exprime
Además de los casos en que terminan con la muerte, desde el espacio abordan las enfermedades que producen muchos empleos. Es el caso de la pesca en tierra, la industria textil o de multinacionales como PEPSICO.
La integrante de BAL señaló que son sectores donde se producen lesiones por el trabajo repetitivo. "En la pesca se les paga por producción, trabajan con frío, de pie, con herramientas. Ves a los trabajadores y trabajadoras que a medida que pasan los años tienen una tendinitis, otra, después todo el miembro superior, ahí es cuando empezamos a hablar de enfermedades profesionales y laborales desde el BAL. El sistema, si no te mata en un mal llamado accidente, te va exprimiendo poquito a poquito".
El agravante es que las empresas no suelen hacerse cargo de lo que sucede. "No hay nada de inversión en seguridad, prevención, cambios de puesto o pausas para elongar y utilizar el cuerpo como corresponde".
Desde el BAL fueron detectando y asentando en los anuarios las patologías que prevalecen en cada sector. En el rubro de los colectiveros, por ejemplo, las hernias de disco y cervicalgia. En el caso de los docentes, nódulos en la garganta y síndrome de burn out. "No son hechos aislados, hay un patrón que se repite porque no trabajamos en las condiciones que deberíamos".
Al ser consultada sobre la realidad del cordón frutihortícola, Frontini indicó que "hay mucho trabajo informal. Son personas que ni siquiera tienen ART. O sea que tienen un accidente y ni siquiera pueden acceder al tratamiento que les corresponde". Otro sector que tampoco tiene ART es el de aplicaciones como Pedidos Ya o Rappi y a eso se suma que trabajan en la calle.
Las condiciones laborales en casi todos los sectores siguen poniendo el foco en la producción por encima de los trabajadores y trabajadoras y su salud. El trabajo informal, las jornadas abusivas y el menosprecio por los derechos ya se habían normalizado. Ahora parece que lo que se ha normalizado es la muerte.