Distintas estrategias de asistencia de INTA Balcarce

Desde INTA Balcerce destacaron que a la luz de la COVID 19 la sociedad y las tecnologías no son espacios separados.
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A partir de las dificultades que surgieron para la comercialización de la Agricultura Familiar con el objetivo de dar continuidad a actividad, INTA Balcarce desarrolló distintas redes de actores para garantizar la continuidad de su sistema productivo comprendiendo la relevancia que tienen las producciones familiares y los circuitos de proximidad en el abastecimiento de las comunidades, al evitar el traslado a través de grandes distancias de los alimentos frescos hacia los consumidores.

De esta manera, los productores obtuvieron la documentación para circular en cada una de las localidades y conocieron las medidas de cuidados para evitar contagios a partir de la difusión de recomendaciones y protocolos oficiales. Asimismo, accedieron a beneficios otorgados por el Estado para aliviar la situación de los sectores sociales directamente perjudicados, como por ejemplo el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Por otro lado, el Programa ProHuerta, a través del contacto directo les facilitó recursos como semillas a granel, pollitas ponedoras o el préstamo de motocultivadores para continuar con la producción en los espacios comunitarios.
Los agentes de INTA en el territorio propiciaron articulaciones con distintos organismos del Estado (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria - Senasa- y Secretaría de Agricultura Familiar -SAF MAGYP-).

En algunos casos, explican desde el organismo, asumieron la interlocución con los municipios para continuar con la comercialización y facilitar donaciones realizadas por los agricultores, en el asesoramiento y la elaboración de recomendaciones para productores, intermediarios solidarios y consumidores; la animación de la comunicación entre los integrantes de los grupos; los roles operativos para la distribución y logística y el acompañamiento para el acceso a distintos beneficios.

En cuanto a las acciones de comunicación implementadas, se destacó el aprovechamiento de las redes sociales. De esta manera, pese al aislamiento físico, se vivenció un acercamiento a través del medio virtual para la evaluación de las estrategias y la toma de decisiones entre los productores, la difusión de los productos para la venta y el contacto con los consumidores.

Teniendo en cuenta que la emergencia sanitaria se generó en plena temporada de la campaña otoño invierno, con la entrega de semilla del Programa ProHuerta en marcha, los equipos locales de las agencias asumieron el rol de capacitadores virtuales o a distancia. Por tal motivo, muchos técnicos desarrollaron ideas con vistas a generar productos, sea cual fuere su formato, en conjunto con los comunicadores de la EEA. En este sentido, desplegaron estrategias que incluyeron la producción de micro radiales, audiovisuales y flyers, o utilización de materiales institucionales existentes para potenciar las actividades de acompañamiento a la siembra y manejo de los cultivos.

Las acciones organizadas favorecieron una mayor visibilización de los sistemas locales de abastecimiento de los alimentos, posibilitando su resignificación frente al Estado Municipal y a las consumidoras y los consumidores. Consecuentemente, quedó de manifiesto el rol clave de la AF para la provisión de productos alimenticios en los circuitos de proximidad. Como aprendizaje, sería oportuno el diseño e institucionalización a futuro de políticas públicas locales orientadas a este sector.

Asimismo, fue reconocida la importancia de la organización y los diferentes grados de empoderamiento y resiliencia que tuvo la AF en este proceso. Los productores atomizados o individuales, comenzaron a valorar las estrategias de acompañamiento para la organización. Las formas habituales de trabajo exigieron una adaptación a las condiciones impuestas por el ASPO. Los trabajadores de INTA como la diversidad de actores con quienes se articula, debieron abordar las TIC para poder continuar algunas de las actividades planteadas, entre ellas la formación, y afrontar emergentes. La urgencia del contexto impulsó la utilización de herramientas virtuales para abordajes específicos, en muchos casos de manera intuitiva apelando a las diferentes y dispares capacidades adquiridas, lo cual remite a diversos niveles de alfabetización digital.

De este modo, se advirtió la posibilidad de producir contenidos propios y se comenzó a indagar sobre la multiplicidad de plataformas, aplicaciones y dispositivos a utilizar. Se aprendió sobre la base del ensayo y error, dando lugar a la conformación de espacios colaborativos virtuales donde solidariamente se compartieron los conocimientos alcanzados en el uso de las TIC. Del mismo modo, este intercambio se materializó con otros actores del territorio.

Queda demostrado que ni las tecnologías determinan el cambio social; ni la sociedad determina la tecnología; lo que da cuenta de una particular configuración de la compleja trama de actores sociales, artefactos y sistemas que se relacionan y construyen mutuamente en los territorios.


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