Aumenta la demanda en comedores y cierran comercios en los barrios de Mar del Plata

El dato surgió de un diálogo con Rodrigo Blanco, director del Isepci, el instituto que elabora el Índice Barrial de Precios. “Se avecina una situación más compleja”, anticipó.
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Mes a mes, el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci) elabora el Índice Barrial de Precios. Para eso, hace un relevamiento en 150 comercios de cercanía ubicados en diferentes barrios de Mar del Plata y Batán. 

En octubre, los precios se incrementaron un 8,2% y una familia compuesta por cuatro personas que en septiembre necesitaba 48.859 pesos para adquirir productos básicos, un mes después necesitó 52.876 para comprar lo mismo. Además, de la comparación con el mismo ems del año pasado, se desprende que el aumento interanual es del 97,1% (subió $26.048).

Entre los rubros de la canasta básica que más aumentaron, están verdulería que acumula un incremento interanual de 160% y almacén con un 109% (ambos por encima del promedio general). La carne también es un 56% más cara comparando octubre de 2021 con igual período  de 2022.

El Director del Isepci Mar del Plata, Rodrigo Blanco, se refirió a la situación que genera la inflación, los cambios en el consumo de alimentos y la necesidad de terminar con la concentración en la industria alimenticia.     

Más allá de la cuestión estadística, Blanco indicó que “de marzo a esta parte, venimos viendo un aceleramiento del cierre de comercios barriales. De los que relevamos cierran entre cinco y seis por mes. Muchos porque cayó el consumo” mientras que algunos “amplían el rubro como un almacén que agrega una rotisería y tratan de hacer un mango extra”. 

Blanco aclaró que los comerciantes sostienen que hay una merma en el consumo y, cuando la inflación aumenta a los valores actuales, “va generando una progresiva erosión al poder adquisitivo de las familias. Entonces aquellos que venían ganado lo justo empiezan a reducir el consumo en alimentos y después en otros artículos de primera necesidad”. 

“Hay una situación compleja desde lo social o se avecina una situación más compleja. Si eso viene de la mano de que los comedores manifiestan que no están muy por debajo de lo que fue la demanda que tuvieron en pandemia, es un combo complicado”, señaló. 

Los alimentos que más rinden no suelen ser muy saludables 

Luego, se refirió a los cambios en el consumo. “El alimento más rendidor en términos de precio y de lo que llena la panza es el alimento rico en hidratos de carbono, azúcares, grasas y el alimento más nutritivo es el que tiende a subir más. En el último año, el rubro dentro de la canasta básica alimentaria que más ha crecido es el de frutas y verduras”. 

En ese punto, marcó una situación aún más grave: “La papa y la cebolla son las que más crecieron y son indispensables en una cocina de una familia de barrio popular”. 

No obstante, dijo que las familias buscan el alimento que pueden comprar y que más les rinde. “Lo planteamos desde 2016 con el Indicador Barrial de Situación Nutricional. En comedores que recibían la asistencia del estado –alimentos secos como arroz, fideos, polenta, harina, aceite, salsa de tomate, alguna lata de arvejas y no mucho más–  se empezó a trabajar en cómo la ausencia de lácteos, frutas, verduras y carnes predisponía a una mala nutrición. Eso derivaba en que el 40% de los chicos y chicas que concurrían a esos comedores tenía malnutrición”. 

Si bien el estado empezó a trasferir fondos a los comedores para la compra de productos frescos, desde diciembre pasado hasta noviembre todos esos programas fueron discontinuados. 

Concentración y medidas 

El mayor problema sigue siendo la concentración. “Tenemos siete u ocho grandes empresas, muchas de capitales trasnacionales, que producen casi todo lo que se vende. Ahí hay un poder de formadores de precios muy importante y el estado no ha logrado imponer una política eficiente de control o morigeración de la inflación”. 

“Veíamos con buenos ojos la intervención del estado en Vicentín para tener una empresa pública que genere precios que puede orientar a ese mercado”, sostuvo y agregó que “también entendemos que en momentos de tan alta inflación, tiene que haber congelamiento de precios al menos de los productos esenciales de la canasta básica alimentaria. Después habrá que buscar las herramientas para que eso se sostenga en el tiempo”. 

En cuanto al programa de control que acaba de lanzar el gobierno nacional denominado Precios Justos, fue cauto. “Veremos si logra un impacto real. Creemos que es tardío. Llega después de tres meses de gestión de Massa que es el tercer ministro de Economía que tenemos este año, y sin grandes diferencias de lo que han sido Precios Máximos o Precios Justos, distintas políticas de este mismo gobierno que no han tenido un efecto”. 

El dirigente advirtió que no hay recetas mágicas y son un conjunto de políticas. “A mediano y largo plazo creemos que hay que desconcentrar el mercado de producción, distribución y comercialización de alimentos en Argentina. La única forma de tener una intervención y bajar los precios tiene que ver con eso”, aseguró. 

Más tarde se preguntó por qué y respondió: “En los últimos años ha bajado el consumo de carne vacuna, de leche y otros lácteos. En los últimos tres años pasamos de tener una inflación de cerca del 60 % a una que va a terminar por arriba del 100. En el mismo período, las ganancias en dólares de estas siete u ocho empresas han crecido exponencialmente. Entonces no hay un problema general de la economía o del consumo que hace que estas empresas estén perdiendo dinero, lo que hacen es aumentar sus márgenes de ganancia a costa de que mucha gente se quede afuera de la posibilidad de comprar esos productos”. 

La desconcentración del mercado se hace con múltiples herramientas. “Hay que generar una política de subsidios y financiamiento a pequeños y medianos productores en todos los rubros y hay que generar también otras formas de comercialización y acercar al productor con el consumidor porque eso achica la cadena de intermediación”. 


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