El reclamo de justicia por Brandon Romero

Tenía 18 años cuando un policía lo mató de siete balazos.
Noticias de Mar del Plata. El reclamo de justicia por Brandon Romero

Romina recuerda cada detalle del 5 de julio de 2020, el día que mataron a su hijo Brandon Romero. El día que empezó el camino de la búsqueda de justicia para una víctima de gatillo fácil en Mar del Plata, la ciudad que según el Registro de Actuaciones Judiciales por Hechos de Violencia Institucional –que depende del Ministerio Público– figura tercera después de La Matanza y de Quilmes en la totalidad de causas por violencia institucional en la provincia de Buenos Aires. 

Aquella madrugada, Brandon, que tenía 18 años, había estado en dos reuniones en casas de los barrios San Jorge y La Herradura. Allí se encontró con amigos y con personas que no conocía. Romina cuenta que en un momento salió con otros tres chicos en una moto. Como era el más grandote y las piernas le colgaban, uno de ellos le pidió a un amigo –de nombre Kevin Farías–  que lo llevara.  

La moto en la que iba Brandon pasó por la rotonda de ruta 226 y Tarantino y giró en dirección a Sierra de los Padres. La otra, en la que iban los amigos, se cruzó con el policía Pedro Arcángel Bogado que iba a bordo de un scooter. En la rotonda estuvieron a punto de chocar y cayeron. Entonces hubo insultos entre los jóvenes y el policía.   

Bogado conducía en dirección al centro de Mar del Plata pero volvió sobre sus pasos, se detuvo en el kilómetro 6 de la ruta y esperó. Brandon y Farías, como la otra moto no aparecía, decidieron volver.     

En el camino, vieron a Bogado. Brandon se bajó y el policía empezó con los disparos. El primero impactó en la parte de atrás de la rodilla de Brandon que cayó de rodillas. Estaba a 38 metros del policía que siguió disparando y le dio en la cadera, el glúteo, el hombro, la mano y la parte izquierda de la frente. 

Farías estaba convencido de que iban a matarlo y escapó. Pero antes vio a varios patrulleros que se dirigían al lugar. El cuerpo de Brandon quedó tendido en la ruta y lo atropellaron. Romina cree que fueron los mismos patrulleros. 

La autopsia no pudo determinar si la causa de muerte fue el disparo o las ruedas del vehículo que lo atropelló. Las pericias fueron contundentes: en el lugar solo se encontraron casquillos de 9 mm, el arma reglamentaria del policía. 

Brandon estaba desarmado. En el documental Sin Plata Sin Miedo que se puede ver acá, la familia y amigos de Brandon lo describen como un chico de barrio que siempre estaba listo para acompañar y ayudar a los demás. 

Romina dice que no tenía drogas ni alcohol en sangre cuando lo mataron y trabajaba en una panadería. Todos los días se levantaba a las cuatro de la mañana y la jornada laboral se extendía hasta por lo menos las tres de la tarde. También aclara que no tenía antecedentes. Jamás había sido detenido. En cambio, Kevin Farías sí. De hecho, días después del crimen lo detuvieron por robo. 

No obstante, las primeras noticias del caso hablaron de que Bogado había actuado en defensa propia porque los jóvenes habían intentado robarle. Eso fue lo que declaró el policía. 

El fiscal Alejandro Pelegrinelli le creyó, nunca pidió su detención y avanzó en la investigación como si todo se hubiese tratado de una legítima defensa. Tanto que hasta pidió el sobreseimiento del efectivo policial. Sin embargo, la Cámara de Apelación y Garantías de Mar del Plata lo rechazó y elevó la causa a juicio oral. 

El juicio, que comenzará el próximo 8 de mayo, será por jurados. Romina y toda la familia esperan que la condena sea por homicidio agravado. Aunque saben que no será sencillo porque necesitarán que diez de los doce jurados la avalen. 

A Romina no le convence la modalidad del debate. “Es un reto más que nos toca. De por sí ir a juicio por gatillo fácil es algo grande. Más en Mar del Plata y sin una fiscalía que apoye. Para el fiscal, Bogado fue un héroe que defendió la moto, la pertenencia ante la vida del otro”. 

Miedo a que no haya justicia 

El 28 de diciembre Brandon cumpliría 21 años y Romina dice: “Siento que me estoy volviendo loca sin mi hijo. No puedo ver gente de la edad de Brandon junta. Me duele, no puedo subirme a un colectivo. Tengo ataques de ansiedad, pánico, lloro y pienso mucho en él”. 

“Lo extraño como si hubiesen pasado mil años y siento que el día que murió fue ayer”, dice Romina y agrega que “tengo la obligación de levantarme por mis nietos, mi nene de nueve años porque no tiene la culpa de lo que pasó. Es injusto con la tristeza que me ven todos los días”. 

Romina siente que no volvió a ser la misma y hay algo que la desvela. “Todo el tiempo tengo miedo de no poder encontrar justicia por mi hijo. Haber dejado de lado mi vida como la dejé porque espero el juicio nomás. No quiero que nadie se sienta defraudado. No quiero que mi hijo se sienta defraudado. No merecía morir como murió”. 

Romina dice que ya no cocina. Bandon era el que la ayudaba. Se sentaba en la cocina y le cebaba mate mientras ella iba y venía, revolvía una salsa, ponía una olla al fuego, controlaba que no se pasara lo que se hacía en el horno. 

“Ahora estoy en mi habitación y me la paso encerrada acá todo el tiempo. Sin ganas de hacer mandados ni de hablar con nadie. Hace dos años y medio que mi vida es una mierda”, dice. 


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