L dijo que no y ellos la violaron

El dato se deprende de su declaración, la hipótesis de la fiscalía y la elevación a juicio oral de la causa. Crónica de un abuso tan parecido a otros aunque más del 87% no se denuncian.
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Una mujer de 22 años, L -su identidad se mantiene en reserva al igual que la de los imputados- denunció que la violaron en un departamento ubicado en la zona del macrocentro de Mar del Plata. La defensa puso en duda su declaración y la veracidad de la denuncia.

Se trata de delitos en los que, por lo general, no hay testigos. Entones para romper con el lugar común de que solo porque no los hay es la palabra de la víctima contra la de los imputados, la justicia hizo una investigación de contexto. Una herramienta clave en casos de violencia contra la mujer.

La Fiscala Andrea Gómez calificó el suceso como abuso sexual con acceso carnal mientras para el juez de Garantías, Juan Tapia, quedó acreditado el hecho y la participación de los dos imputados. Por eso, elevó la causa a juicio oral.

Los delitos contra la integridad sexual tienen una tasa de denuncia muy baja. Las encuestas de victimización permiten la visibilización de la denominada "cifra negra". O sea, los crímenes que por distintos motivos no son registrados por las estadísticas oficiales.

Según la Encuesta Nacional de Victimización de 2017, presentada por el INDEC junto al Ministerio de Seguridad de la Nación, el 87,4% de las víctimas que indicaron haber sufrido ofensas sexuales (contacto indeseado, violación o intento de violación) manifestaron no haber denunciado el hecho. L no forma parte de esa estadística porque denunció y declaró. Declaró dos veces: ante la policía y ante la fiscala.

"Yo no sé cómo pero no podía sacármelos de encima"
L acababa de terminar sus estudios terciarios, le había costado mucho esfuerzo como a todo el mundo, quería celebrarlo y salió con una amiga, A. Era la noche del 18 de agosto de 2019 y fueron a un boliche situado en la avenida Independencia y la calle Rawson.

A se encontró con D, un hombre con quien mantenía una relación. Cuando eran más de las cinco de la mañana del domingo, la pareja se trasladó al departamento de D, ubicado en la calle Córdoba al 2300, en pleno barrio San José de Mar del Plata. L acompañó a su amiga. Después se irían juntas y dormirían en su casa.

Durante el viaje se sumaron dos amigos del hombre, C y H de alrededor de veinticinco años. En teoría, uno de ellos había dejado el auto en la puerta del departamento y tenía que pasar por ahí a buscar las llaves. Luego, los dos se marcharían.

El grupo entró a la vivienda. L se sentó en el sillón del living y, apenas A y D se fueron a una de las habitaciones, C y H se sentaron junto a ella que quedó en el medio, apagaron la luz y se tiraron encima suyo.

-Se empezaron a desprender el pantalón, me pidieron que les haga sexo oral, me obligaron, me agarraron del cuello y yo les decía que no-, declaró L.

Ella les había dicho que no quería hacer nada. Los dos hombres insistían y le preguntaban con cuál de los dos. Ella les repetía que con ninguno. C y H trataban de desvestirla mientras L intentaba sacárselos de encima. Los empujaba pero ellos volvían a agarrarla una y otra vez.

En un momento logró zafarse, fue a la habitación donde estaba su amiga y abrió la puerta. Pero no pudo hablar. "No pude hablar, ni decir nada. No pude decir nada. Tenía la cara deformada porque no podía creer lo que me estaba pasando pero no le pude decir que me quería ir".

La pareja se levantó y se fue a la pieza de al lado. C y H la obligaron a entrar a la habitación. "Ahí me empezaron a sacar toda la ropa, yo ni me moví. Es como que tenía la cabeza por un lado y el cuerpo por el otro, no se relacionaba lo que yo pensaba con lo que pasaba".

La pusieron de costado. C estaba delante de ella y H detrás. L repetía que no quería y cuando supo que no se detendrían les pidió que se cuidaran. H fue a la otra habitación a buscar un preservativo. No consiguió y volvió.

L declaró que no podía moverse y contó que en un momento, H se levantó, acabó en su cuello y se fue. "Tenía un choker (N de la R: un collar) puesto y me lo guardé". C se le subió encima, terminó y se fue.

"Estoy segura que les dije que no. En el sillón yo los empujaba a los dos, yo no sé cómo pero no podía sacármelos de encima. Los empujaba a los dos, y cuando fuimos a la habitación dije 'ya fue, me lo van a hacer igual'. En la habitación pensé que prefería que no me peguen, entonces me quedé como una planta, me quedo quieta como una planta y me voy, listo, me quedé como un potus y listo. Que termine rápido, que termine todo y listo. No me quejé, no hice nada", declaró.

-Yo no quería tener relaciones ni con uno ni con los dos. Yo estoy completamente segura que no quería tener relaciones ni con uno ni con otro, no quería. Yo estaba contenta que me había recibido y lo que menos hice fue festejar mi recibida.

Investigación de contexto
Juzgado Mar del Plata

Los abusos sexuales son delitos que, en general, se cometen en la intimidad, sin testigos directos. Entonces hay que hacer una investigación de contexto: "Un análisis integral de la situación que permite trabajar sobre la credibilidad del relato de la víctima corroborándolo con los datos y los elementos objetivos que existen en la investigación", explicó el juez Tapia.

"Es decir que permite reforzar la credibilidad del relato de la víctima en procesos en los cuales gran parte de la información, al no haber testigos, se construye a partir de esas manifestaciones", dijo y agregó: "Es también una forma de quitarle centralidad a la declaración y peso a la persona que padeció el delito en cuanto a que el éxito o no del proceso dependa de su testimonio".

Por otra parte, permite adelantarse a los prejuicios basados en estereotipos de género que plantean las defensas en casos de abuso sexual. "Y permite una valoración integral de todas las evidencias de acuerdo al principio de la sana crítica. Todas las circunstancias que suelen darse en contextos de violencia de género y eso tiene que ver con situaciones de violencia previa no denunciados y con conocer como es el ciclo de la violencia de género", mencionó Tapia.

A su vez, señaló que sirve para romper con eso de que se trata de la palabra de la víctima contra la del imputado porque no hay testigos: "La investigación, además de poner sobre la superficie las desigualdades de poder, está orientada a encontrar evidencias que refuercen la prueba que implica el testimonio de la víctima".

La defensa puso en duda la declaración
En el mensaje que dio cuando elevó la causa a juicio oral, el Juez sostuvo que el testimonio de L es suficiente y contundente: "El relato de la víctima es el núcleo de la acusación y permite abrir la etapa de debate oral. Por eso, la fiscala debe tener la posibilidad de convertir la evidencia en la prueba que demuestra su hipótesis: que L fue forzada a tener relaciones sexuales por los imputados, no hubo consentimiento, se encontraba en un contexto de intimidación por la superioridad numérica y física de los agresores porque la tomaron por sorpresa y en un lugar que para ella era desconocido".

No obstante, el abogado de los dos imputados apuntó a L, puso en duda su declaración, la veracidad de la denuncia y solicitó el sobreseimiento de sus asistidos. Según él no hay rastros físicos, ni testimonios directos ni pericias que permitan acreditar que hubo acceso carnal.

Más allá del testimonio de L, para el juez, la existencia de acceso carnal surge de testimonios seleccionados por el propio abogado de la defensa. "Se escucha a L que estaba teniendo relaciones sexuales" (declaración de A, hoja 11) y "no se escuchan gritos ni nada... se escuchaba a L pero no se escuchaba nada raro", (A, hoja 31).

El juez también encontró pruebas de la violación en la pericia sobre el collar que la víctima llevaba en el momento del hecho en el cual se detectó ADN aportado por H. Y la pericia psicológica según la cual el relato de L es coherente, sin contradicciones y veraz.

"Las características de conducta y los síntomas que L padeció previamente y aún presenta en la actualidad, son compatibles con secuelas psicológicas derivadas de abuso sexual. Los hechos de autos, repercutieron en su personalidad, condicionando su conducta y coartando sus expresiones emocionales, lo que se patentiza en una conducta introvertida, con francos sentimientos de disminución de su propio valor, con dificultad para establecer relaciones interpersonales gratificantes, generando vínculos de gran dependencia, así como dificultad para sostener actividades concordantes con sus deseos", dice la pericia.

"No es lo mismo consentir que no resistirse"
El abogado defensor, además, entendió que la fiscala no explica en qué forma se ejerció la violencia contra la víctima, que la libertad sexual de L no habría sido afectada y que no hay pruebas que acrediten un abuso sexual.

En relación a ese argumento, Tapia explicó que "hay en el planteo una confusión entre que la víctima no se haya resistido con que ella haya prestado su consentimiento". "No es lo mismo consentir que no resistirse, más aún en el contexto en que se desarrolló el suceso".

El juez profundiza en este punto y cita al profesor especialista en Delitos contra la Integridad Sexual, Javier T. Alvarez: "Las víctimas de robos o asaltos no necesitan probar que ellas se resistieron o que el acto fue cometido con la suficiente fuerza, o suficiente amenaza de fuerza para superar su voluntad. No obstante, a las víctimas de violación se les exige prácticamente probar estos requisitos, porque el derecho usualmente no ha sido capaz de distinguir satisfactoriamente entre un acto sexual mutuamente deseado y una agresión sexual forzada".

Tapìa señaló que esta denuncia contra H y C remite a uno de los supuestos que analiza Álvarez, porque refiere a un hecho en que "la víctima tolera el abuso que le es impuesto mientras que el sujeto activo se prevale de la situación de la víctima para cometer la ofensa sexual. No se le puede exigir a la víctima, en ningún contexto pero menos aún en el que describió, una resistencia de intensidad determinada para descartar su negativa al acto sexual que le exigían los imputados".


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