Llueve agua con glifosato en un barrio de Mar del Plata

Las probabilidades de que los agroquímicos estén en el aire en toda la ciudad.
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En el barrio Félix U Camet llueve agua con glifosato. El dato surgió de un estudio que realizó el  grupo Aguas de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata. También detectaron otro compuesto llamado azoxistrobina. 

Hace treinta años que los vecinos se movilizan y reclaman para que se detengan las fumigaciones del campo de la estancia La Trinidad que linda con la parte de atrás del barrio ubicado en el kilómetro 505 de la ruta 11. Más info

El grupo Aguas trabajó junto a la asamblea de Félix U Camet y entre diciembre de 2019 y marzo de 2020 tomó 23 muestras correspondientes a cinco eventos de lluvia. Según los científicos, los resultados son acordes a lo hallado en la zona Norte de la Provincia de Buenos Aires, la provincia de Santa Fe y a lo registrado en localidades como Lobos y Coronel Suárez.

La doctora en Biología e integrante del grupo Aguas, Mariana González, explicó que la detección en la lluvia confirma que los agroquímicos están presentes más allá de las zonas de aplicación. 

El estudio, además, demuestra que el glifosato está en el aire y no deja dudas de que la población está expuesta tal como lo sospechan y denuncian quienes viven cerca de los campos”. Así, la respiración es “una posible vía de ingreso para los plaguicidas detectados, además de otras posibles sustancias”.

La científica indicó que la contaminación del aire podría estar sucediendo en otras zonas de la ciudad. “La exposición vía aérea de los agroquímicos utilizados en la producción no excluye a las zonas más céntricas o urbanas ya que el transporte atmosférico puede alcanzarlas como se ha demostrado para diferentes ciudades y regiones a nivel nacional e internacional. Si bien los niveles de plaguicidas en aire se reducen a medida que nos alejamos de los lugares donde se aplican, estos pueden igualmente alcanzar zonas urbanas”.

Mar del Plata fumigada 

En Mar del Plata, rige desde 2014 una medida cautelar de la Suprema Corte de Justicia que prohíbe fumigar a menos de mil metros de viviendas. Pero nunca se respetó y los organismos que tienen que controlar como la municipalidad y la provincia de Buenos Aires, no lo hacen. 

Los mil metros no son caprichosos. Toda fumigación tiene una deriva, una parte del agroquímico que se arroja puede viajar a kilómetros del sitio fumigado. Por eso –sostuvo González– es “factible detectarlos en agua de lluvia, agua superficial y/o subterránea”.

En la zona de Sierra de los Padres y en el barrio Playa Serena se ha detectado contaminación del agua subterránea. No obstante, González aclaró que “no hay estudios oficiales del agua,  del suelo, ni de los efectos sobre la salud de la población”.

¿Qué estudios deberían hacerse de manera urgente? 

La especialista afirmó que hay estudios que denotan la “distribución ambiental y persistencia de agroquímicos que se han utilizado durante décadas”. Incluso de algunos que ya se encuentran prohibidos. Otros trabajos muestran el impacto de agroquímicos de uso actual en colmenas incluyendo residuos en miel en la zona. 

Pero no hay datos oficiales. “No existen estudios sistemáticos de los niveles de los agroquímicos de uso actual en suelo, aire, agua de bebida o cursos de agua superficial. Tampoco se brinda información pública sobre los residuos de plaguicidas analizados en alimentos por organismos nacionales como el SENASA”. 

“Los organismos de gobierno responsables de dictar regulaciones y hacer cumplir las normativas deberían generar políticas que permitan evaluar la contaminación que producen los modelos productivos que promueven”, indicó. 

No obstante, González aseguró que la información que existe es contundente respecto a cómo puede replicarse en donde hay producción agrícola y debería considerarse. Se pueden tomar acciones preventivas para evitar que los plaguicidas incrementen sus niveles en el agua subterránea, disminuir la exposición ambiental atmosférica o a través de los alimentos. “Además sería relevante que se evalúe la situación de los suelos destinados a la producción de alimentos considerando que los plaguicidas llevan décadas aplicándose”. 

Según la científica, los compuestos “deberían incluirse en las directrices de calidad de aire, para ser considerados en monitoreos de calidad ambiental; deberían actualizarse los niveles guía para los residuos en alimentos como el agua de bebida y también se deberían considerar niveles o regulaciones para el caso de la exposición vía atmosférica. Si bien es necesario estudiar la contaminación producida con niveles guía actualizados, las políticas públicas deberían tender a transformar las formas de producción en otras menos nocivas para el ambiente”.


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