Hay que regular el consumo de drogas

El concepto es del especialista Juan Ignacio Lozano. La ley actual además de ser vetusta, es punitivista. La nueva legislación debería contemplar a las sustancias legales e ilegales y no dejar solo al que consume. La regulación del alcohol es demasiado blanda.
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El licenciado en Trabajo Social Juan Ignacio Lozano quien además es docente de la Universidad Nacional de La Plata y la de Lujan, se refirió a cómo debería ser una nueva ley de drogas. Una norma que contemple a las sustancias legales y a las ilegales, la necesidad de regular para no dejar solo al que consume y al aumento en el consumo de alcohol, quizás la droga más naturalizada.

La ley de drogas tiene más de treinta años y está desfasada de acuerdo a la forma de vida que tiene la sociedad actual. Según Lozano, "se hizo a las apuradas", se aprobó en 1989 y es contraria al fallo Bazterrica de la Corte Suprema. "Fue por una cuestión geopolítica". Prevé penas de 4 a 15 años de prisión a quien tenga drogas en su casa. Eso es más que la pena que podría recibir un acusado de violación. "Es de un punitivismo extremo".

La aplicación de la norma es muy complicada. "Insume mucho costo, el 95 o 96% del presupuesto se va en lo que se llama guerra contra las drogas y queda muy poco para la atención de las personas que derivan con consumo problemático".

Desde la década del 60, a nivel mundial, se empezaron a ilegalizar sustancias pero no con criterios científicos sino de geopolítica. "Nuestros consumos más prevalentes son de drogas legalizadas como alcohol, tabaco, psicofármacos y marihuana. Nuestros problemas de salud están asociados a esas sustancias".

El especialista advirtió que tanto la cocaína como los opioides -clonazepam, rivotril- se usan para trabajar o para rendir más. "Muchos consumos no son un tema del llamado reviente sino de productividad laboral, familiar o de no dar a vasto con el ritmo de vida que tenemos en esta sociedad".

"Entre los pueblos originarios, no hay registros de muertes a causa de drogas. Algo pasa en la sociedad capitalista occidental que hace que nuestros consumos si puedan derivar en la muerte. Estas cuestiones sirven para poner en cuestión cómo estamos viviendo, qué tipo de exigencia estamos teniendo que interactuamos así con las sustancias", reflexionó.

¿Qué hay que cambiar? "Debe haber una ley que reconozca las drogas legalizadas y las ilegalizadas. Tenemos que reconocer que somos sociedades de consumo. Cualquiera puede consumir un psicofármaco pero también café, tabaco, alcohol. Tenemos naturalizadas sustancias que son drogas".

"Una ley debería reconocer estas situaciones, la necesidad de información, de fortalecer el sistema de atención a quienes tienen consumo problemático y, obviamente, debería ser efectiva en el combate al narcotráfico", precisó.

La ley actual es anacrónica incluso respecto a la lucha contra las bandas organizadas de tráfico de sustancias. "Se crean alrededor de 500 drogas sintéticas por año. La ley no dice nada de eso. Nuestro gran desafío de acá en adelante son las drogas sintéticas, alteradas con moléculas. Tenemos que adecuarnos constantemente sobre cómo varían las sustancias, las prácticas de consumo, las nuevas drogas. Tenemos que tener un mayor dinamismo, generar buenos y, en función de eso, pensar políticas públicas y campañas de concientización".

Una regulación posible
Lozano indicó que hay tres figuras distintas: la legalización, la despenalización y la regulación. El contexto de la ley de droga de 1989 es que la persona que consume es un adicto y es un potencial delincuente o un potencial enfermo. Por eso tiene sus capítulos vinculados a reprimir o a asistirlo por más que no quiera porque es un enfermo. Y una carga fuerte de punitivismo.

Al discutir una alternativa a la actual legislación, el especialista señaló que hay que pensar en las tres figuras. "Legalización es que en el ámbito privado se haga lo que se quiera. Despenalizarlo es que la justicia no persiga al consumidor. Yo me acerco a la idea de regulación. Que se le dé potestad al estado con sus instituciones públicas y sus unidades de gestión en cada provincia, cada territorio para regular la producción, distribución, venta y las políticas de concientización".

El especialista que también es miembro de RESET - Política de Drogas y Derechos Humanos, una organización que trabaja por una política de drogas eficaz, sensata, humanitaria y respetuosa de los derechos humanos, aclaró que cada sustancia es diferente y la regulación permite establecer criterios.

Luego, consideró: está bastante demostrado que todo consumo siempre puede generar un daño. Uno tendría que decir, en todo caso, en qué marco te puede generar más daño y en qué marco menos: está claro que no está recomendado el consumo de marihuana cuando el cuerpo y el cerebro están en desarrollo. Y los mayores de 18, deben saber que si lo consumen como cigarrillo tendrán una gran temperatura en el labio, el humo caliente en la garganta. Es decir, una forma de consumo dañosa.

Hay países como Canadá y Uruguay que cuentan con legislación acerca de la marihuana. "Habilitan una cantidad de plantas y de gramos por mes. Eso es regulación, no se despenaliza. Es el estado que se compromete a acompañar la práctica, no perseguir a los consumidores. El estado uruguayo lo vende en farmacias. El consumidor se registra en el correo y permite cuarenta gramos por mes".

"Los marcos regulatorios te van determinando que para países como los nuestros es bueno arrancar por una regulación dura y con el paso del tiempo hacerla más laxa. Es una salida del prohibicionismo para ir generando consenso, adecuaciones institucionales de las fuerzas de seguridad. Podemos pensar una regulación más dura y con los años ir viendo qué es mejor o peor para ir cambiando. Se trata de evaluar lo que se está haciendo e ir ajustando lo que haya que ajustar", detalló.

Así el estado no deja solas a las personas que pueden terminar con una adicción. Y no deja sin información a las personas que no la tienen y "muchas veces intoxican y se mueren. Pensamos que eso sucede con quienes tienen una necesidad compulsiva de consumir pero a veces calculan mal y se mueren".

La regulación del alcohol es muy blanda
Las drogas legalizadas tienen regulaciones. "Si comparas el tabaco con el alcohol, encontrás que el tabaco está mucho más regulado. En 2006 se prohibió y se dejó de fumar en espacios cerrados cuando era algo muy natural. En 2011 se prohíbe la publicidad y tampoco está permitida la venta a menores de 18. Los atados tienen imágenes fuertes diciendo lo que te puede llegar a pasar. Y el consumo disminuye".

Con el alcohol es distinto. "Está prohibida la venta a menores y comprar después de las 21. Sin embargo, son regulaciones más blandas. Hace años que se trata una ley de alcohol cero en la ruta pero no se termina aprobar nunca. La ley de alcohol es más vieja. Se renovó en parte pero hay una reglamentación en la que no se avanzó. Tiene una publicidad vinculada a la fiesta, a estar bien, al éxito y en la pandemia hubo un aprovechamiento de las marcas vendiendo directo a domicilio".

"El consumo aumenta, baja la edad en que se inicia -hay provincias que hablan de 10 u 11 años y otras de entre 12 y 14-, la franja que va de los 25 a los 50 años aumentó muchísimo el consumo y se incrementa entre las mujeres aun cuando tienen menos capacidad orgánica de procesarlo", señaló.

En cualquier ciudad de la provincia de Buenos Aires hay preocupación por el consumo de alcohol porque causa mucha accidentología y violencia. Por eso, el especialista remarcó dentro de las sustancias legalizadas, siempre hay que discutir sobre buenos sistemas de regulación.

"Sabemos que la prohibición no lleva a que se consuma menos. Pero se puede mejorar la regulación, ver qué pasa frente a la cerveza artesanal, los nuevos consumos. La gente más joven consume bebidas de más graduación y hay poca información sobre eso y sobre cuánto alcohol se puede consumir sin que haga mal y cómo interactúa con otras sustancias".

Para Lozano, se debe regular desde el origen. La fabricación, la calidad del producto, la venta, distribución, las campañas de concientización y la restricción del consumo a determinadas personas con buenas campañas publicitarias, que lleguen a la población objetivo. "Eso en la parte de prevención y después está la parte asistencial, de responder a quienes desarrollen problemas asociados a estos consumos".

Lozano explicó que el espíritu debe ser muy parecido a la ley de etiquetado de alimentos. "La persona que consume debe tener buena información sobre el contenido de la bebida, lo que puede generar en la interacción con otras bebidas o sustancias, las graduaciones alcohólicas, el tipo de destilado, si el que va a consumir está en tratamiento farmacológico, o toma un antiinflamatorio, si no se alimentó y cómo el agua puede frenar un proceso de intoxicación. Tiene que haber buena información para quien va a consumir".


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