Tiene más de diez agroquímicos en el cuerpo pero no sabe cómo le afectan

El gobierno argentino censura la información de un estudio internacional sobre contaminación por plaguicidas a 73 ciudadanos y al ambiente.
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Se sabe que el proyecto Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global (SPRINT por la sigla en inglés) fue avalado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y en el país, al menos en un principio, por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Un organismo que depende del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca que, a su vez, depende de la Presidencia de la Nación. 

Se sabe que el propósito era evaluar el impacto de los agroquímicos en la salud humana, animal, los cultivos y el ambiente. Que buscaba una propuesta hacia una agricultura más sostenible y que tuvo como escenario diez países de Europa: Suiza, Países Bajos, Eslovenia, Francia, España, Portugal, Italia, República Checa, Croacia y Dinamarca y uno de América: Argentina. 

Se sabe que en Argentina, hubo 73 personas que participaron de SPRINT. A ellas, en noviembre de 2021, se les extrajo sangre, muestras de materia fecal y orina, un hisopado nasal y se les colocó una pulsera que llevaron durante una semana para medir agroquímicos en el aire. Se sabe, además, que tomaron muestras del ambiente: suelo, agua, sedimentos, granos, pasturas y de animales. 

Vive con más de diez agroquímicos en orina y materia fecal 

Nair de los Ángeles Pereira es una vecina de Sierra de los Padres. Tiene alrededor de 40 años, es Doctora en Ciencias Biológicas e investigadora adjunta del CONICET y, cuando se sumó al proyecto junto a al menos otras ocho personas que residen en Mar del Plata, estaba embarazada de cinco meses. 

Nair vive a menos de un kilómetro de un campo de cinco mil hectáreas donde fumigan con mosquito tal como se llama a los tractores que aplican plaguicidas. Otra zona más de la ciudad donde, como sucede en El Marquesado, Félix U Camet, La Gloria de la Peregrina o Valle Hermoso, no se respeta la resolución de la Suprema Corte de Justicia que establece que no se debe fumigar a menos de mil metros de centros urbanos. 

Se sabe, por el informe de los resultados que el INTA le entregó a Nair y a los voluntarios que quisieron recibirlo que todo se desarrolló de acuerdo a un protocolo acordado para los once países participantes. 

agroquimicos sierra de los padres

Se sabe que los análisis de orina y materia fecal se realizaron en la Universidad de Wageningen y los de sangre y pulseras en la de Stichting Katholieke, dos instituciones de los Países Bajos.

Se sabe, por el informe, que Nair presentó tres plaguicidas en sangre mientras que el total de participantes argentinos tuvo un promedio de dos a diez. Se sabe que en orina le detectaron 11, número similar al promedio que hallaron en el resto de los voluntarios que fue de entre 6 y 13. Se sabe que en la materia fecal tenía 13 y que la cifra más alta fue la de una persona que alcanzó los 18. 

Nair no relaciona los resultados positivos con el hecho de vivir en una zona rural y la razón la asiste. Si hay agroquímicos en su orina y su materia fecal es porque los está comiendo. Si los hay también en muchos de los voluntarios que vivían en zonas urbanas es porque los están comiendo.

Por el cuerpo de Nair circulan compuestos como Glifosato, Clorpirifos, Deltametrina y Atrazina. Se sabe que el glifosato es un posible productor de cáncer, de disrupciones endócrinas y puede afectar la reproducción. Se sabe que la deltametrina puede causar todo eso y además es neuro tóxico: altera las funciones del sistema nervioso.

Se sabe que la atrazina, prohibida en la Unión Europea desde 2003, y el clorpirifos, prohibido en Argentina a partir de junio pasado son tan nocivos que también pueden producir todo eso.

La pulsera de Nair, que medía la contaminación del aire, detectó la presencia de 19 plaguicidas y en las pulseras del total de los participantes de este suelo se presentaron de 7 a 53.  

El INTA obturó el acceso a la información 

Nair sostuvo que no todos los voluntarios pueden digerir la información de la cantidad de agroquímicos que tienen. “Necesitan una contención”. El INTA se había comprometido a informar la interpretación de los resultados en una reunión con los 73 voluntarios porque se sabe lo que produce cada compuesto pero no los riesgos para la salud que entrañan las mezclas. Sin embargo, Carlos Parera, director del organismo, suspendió el encuentro. 

Se sabe que fue mediante una nota de redacción poco clara: “Posiblemente, algunos procedimientos respecto a los estudios que involucran a personas han excedido la incumbencia institucional”, dice y, enmarañada, argumenta que la suspensión es “hasta tanto se tengan las respuestas asociadas en sentido amplio”.

En sentido amplio, se sabe que no sólo omitió leyes de acceso a la información como la 17275 sino acuerdos internacionales como el de Escazú y se sabe, además, que niega una explicación sobre su salud a todas las personas que se expusieron.

Nair cree que es urgente un cambio en los hábitos de consumo. “Hay que exigir agroecología que no es algo del ambientalismo, es por la salud del planeta. El objetivo del estudio era evidenciar que este sistema ya no es sostenible”

En la casa de Nair consumen lo que cultivan. “Es por fortuna y es utópico. No todas las personas lo pueden replicar. Tenemos que generar un cambio de mentalidad y que los alimentos sanos lleguen a las góndolas. No todo el mundo tiene un pedazo de tierra”.

La contaminación del ambiente 

Se sabe que SPRINT tomó muestras de sangre, orina y materia fecal de animales. Del suelo, granos de cultivos, alimento del ganado, del suelo de hogares y de aguas subterráneas. 

Los resultados de sangre de animales aún están en análisis pero se sabe que en la orina los animales argentinos presentaron un rango de 1 a 12 plaguicidas, en la materia fecal de 0 a 16 y en los alimentos de 5 a 25.

En el total de las muestras de suelo en el país hallaron plaguicidas en un rango de 0 a 12, en el suelo del hogar de 43 a 86, en los granos de cultivo de 0 a 8, en el agua subterránea de 1 a 7 y en el agua superficial de 10 a 28. 

Se sabe, por los comentarios que el INTA plasmó en el informe que “las mezclas de residuos de plaguicidas están omnipresentes en los ecosistemas” y que: “La mayoría son peligrosos para el ecosistema y los humanos”.  

Se sabe que a nivel nacional y local no hay estudios de cómo los agroquímicos, que se usan hace más de 25 años, afectan la salud de la población. SPRINT fue un buen principio. Por lo menos, ahora se sabe que con las mezclas de tanto plaguicida se podría hacer un collage por más que haya tanto funcionario empeñado en que no se sepa cómo afectan a la población.


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