¿Conocés San Fernando? El equilibrio perfecto entre tranquilidad y conectividad

A solo 30 kilómetros del centro porteño, San Fernando se revela como uno de esos tesoros escondidos de la zona norte del Gran Buenos Aires. Con su mezcla única de historia, naturaleza y buena conectividad, este rincón bonaerense cautiva tanto a quienes lo visitan por primera vez como a sus habitantes de toda la vida.
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La localidad, fundada oficialmente en 1805 cuando el entonces virrey Rafael de Sobremonte le dio el nombre de San Fernando de Buena Vista, conserva en su casco histórico el encanto de épocas pasadas. Caminando por sus calles más antiguas, uno puede imaginar cómo era la vida a principios del siglo XIX, cuando apenas 300 personas habitaban estos lares.

Hoy en día, San Fernando es tanto un partido como una ciudad que combinan encantos antiguos con modernidad. Por lo que, si estás pensando en un cambio de aires o en una inversión inteligente, verás que las opciones de casas disponibles para comprar en San Fernando sorprende por la variedad de estilos y presupuestos, desde propiedades con historia hasta construcciones contemporáneas.

Pero: ¿qué tiene de especial San Fernando? La realidad es que muchas cosas, así que repasemos algunas de ellas.

Entre historia y modernidad: el encanto inexplicable

San Fernando respira historia por cada rincón. Su casco antiguo, con construcciones que datan del siglo XIX, transporta a otra época. La Parroquia Nuestra Señora de Aránzazu, la Plaza Bartolomé Mitre o el magnífico Palacio Otamendi son apenas algunas muestras del patrimonio arquitectónico que atesora la ciudad.

La Quinta "El Ombú" y la Quinta "Santa Cecilia", actual Museo Ciudad San Fernando, permiten asomarse a la vida cotidiana de las familias acomodadas de antaño. Estos espacios, cuidadosamente preservados, funcionan como puentes entre el pasado y el presente.

Lo interesante de San Fernando es cómo convive lo antiguo con lo nuevo. A pocos metros de casas centenarias pueden encontrarse desarrollos modernos que aprovechan las ventajas de la zona sin perder ese aire local tan característico.

La costanera: donde San Fernando mira al río

¿Sabías que San Fernando mira al río? Su costanera pública municipal ofrece un espacio ideal para disfrutar del contacto con la naturaleza sin salir del entorno urbano. Este paseo, muy frecuentado por familias los fines de semana, permite apreciar el río Luján mientras se disfruta de actividades al aire libre.

El Ecoparque completa la oferta verde de la ciudad, brindando un pulmón adicional donde respirar aire fresco. Para quienes valoran la naturaleza, pero no quieren alejarse demasiado de la urbanidad, estos espacios resultan pequeños oasis en medio del ritmo cotidiano.

La cercanía con el Delta del Paraná, declarado Reserva de Biósfera, suma otro atractivo natural a la zona. Desde San Fernando parten numerosas excursiones hacia las islas, permitiendo un escape rápido hacia el verde cuando el cemento agobia demasiado.

Conectividad: tan cerca de todo

Una de las grandes ventajas de San Fernando es su excelente conectividad. La ciudad cuenta con dos líneas ferroviarias que la atraviesan: el tradicional Ferrocarril Mitre, con las estaciones San Fernando C y Carupá, y el pintoresco Tren de la Costa, con la estación San Fernando R.

A esto se suman numerosas líneas de colectivos que conectan la localidad con distintos puntos del Gran Buenos Aires y la Capital Federal. Esta red de transporte hace que vivir en San Fernando no signifique aislarse, sino todo lo contrario: estar a un viaje relativamente corto de prácticamente cualquier punto del área metropolitana.

Para completar las opciones de movilidad, en la localidad se encuentra el Aeropuerto Internacional de San Fernando, principalmente utilizado para vuelos privados y corporativos. Un lujo poco común en localidades del conurbano.

Entre museos y bicicletas: la vida que no para

San Fernando tiene esa cosa rara de pueblo dentro de la ciudad. Al caer la tarde, la plaza Bartolomé Mitre se llena de vida. Los fines de semana, el panorama cultural sorprende por su variedad, algo que pocos esperarían encontrar en esta parte del conurbano.

Durante los domingos soleados, las bicisendas costeras se pueblan de ciclistas de todas las edades. El municipio incluso presta bicicletas para quienes quieren recorrer el casco histórico o la costanera sin apuros. Una forma genial de descubrir rincones que en auto pasarían desapercibidos.

La Quinta El Ombú y el Museo de la Ciudad guardan pequeños tesoros de la historia local. Sin grandes pretensiones pero con mucho cariño, estos espacios mantienen viva la memoria de un San Fernando que vio pasar desde virreyes hasta próceres de la independencia.

Cuando las iglesias cuentan historias

En Semana Santa, San Fernando tiene una tradición que vale la pena vivir: el recorrido por siete iglesias que organiza el municipio, llamado “Visita guiada por 7 iglesias históricas”. No hace falta ser religioso para apreciar el valor arquitectónico y cultural de estos edificios que han sido testigos del crecimiento de la ciudad.

La Abadía Santa Escolástica, algo apartada del bullicio, ofrece ese silencio que a veces tanto se necesita. Sus jardines y su arquitectura austera pero hermosa invitan a bajar revoluciones, aunque sea por un rato.

Lo curioso es que San Fernando no impone una única visión: el circuito "Conociendo las diferentes religiones" muestra templos de distintas confesiones, reflejando la diversidad de una comunidad que ha ido cambiando con los años sin perder su esencia.

¿Vale la pena apostar por San Fernando?

Después de pasar un tiempo recorriendo sus calles, la respuesta parece clara. San Fernando tiene ese no sé qué de los lugares que logran equilibrar pasado y futuro. No es el barrio más exclusivo, pero quizás ahí radica parte de su encanto.

Para familias, ofrece ese combo cada vez más difícil de encontrar: escuelas con historia, espacios verdes, buen nivel de seguridad y precios que, si bien han subido, no alcanzan los niveles estratosféricos de otras zonas del norte.

Para inversores, el potencial aparece en esas propiedades que esperan una segunda vida o en terrenos que permiten desarrollos a escala humana. El tren garantiza que la conectividad, ese valor tan preciado, seguirá siendo una ventaja competitiva.

Entre palacetes de otras épocas y nuevas construcciones, entre el río y las vías del tren, San Fernando espera. No hace grandes promesas ni busca deslumbrar a primera vista. Prefiere seducir lentamente, como esos lugares que terminan convirtiéndose en hogar casi sin que uno se dé cuenta.


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