El suicidio es una problemática poco visibilizada aunque para la Organización Mundial de la Salud es una cuestión de salud pública: representa la cuarta causa de muerte entre personas de entre 15 y 29 años y, anualmente, 700 mil personas mueren por suicidio. Además, es una situación devastadora para las familias.
Según la OMS, “puede estar vinculado a factores y desafíos sociales, económicos, culturales y psicológicos múltiples, complejos e interrelacionados, incluida la negación de los derechos humanos básicos y el acceso a los recursos, así como acontecimientos vitales estresantes como la pérdida de los medios de vida, las presiones laborales o académicas, ruptura de relaciones y discriminación, entre otros”.
El propósito es reducir la tasa a un tercio para el año 2030 en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y del Plan de Acción Mundial de Salud Mental de la OMS.
En Mar del Plata, familiares de personas que murieron a causa de un suicidio formaron el grupo Abrazando la Vida. Para contactar con ellos se puede enviar un mail a [email protected] o en instagram como abrazandolavidamdp. El pasado 10 de septiembre, Día Mundial y Nacional de la Prevención del Suicidio, se reunieron en Plaza Mitre para visibilizar la problemática.
Andrea, integrante del grupo, apuntó que la situación es preocupante. “En los últimos 30 años se triplicaron los suicidios en la adolescencia: ascendieron a 12,7 cada 100.000 adolescentes entre los 15 y los 19 años y es la segunda causa de muerte en la franja de 10 a 19 años, según el estudio `Suicidio en la adolescencia. Situación en la Argentina`”, contó.
Por cada suicidio, “hay más o menos 20 intentos y, teniendo en cuenta que muchas muertes no quedan catalogadas como suicidio, la estadística no es muy confiable”, indicó.
Es un escenario que el COVID profundizó. “Nos dejó su lastre porque en pandemia hubo muchos factores de riesgo que estuvieron presentes. La soledad, la depresión, el sentirse mal, el no poder hacer una vida social y estar integrado en las actividades de cada uno según la edad. Todas esas cosas hacen que se complique aún más el panorama”.
La ley
La ley nacional de Prevención del Suicidio es pionera. La provincia de Buenos Aires adhirió y el grupo de familiares pidió al municipio que también lo haga. La norma dice que el estado debería garantizar la promoción, prevención, asistencia y postvención.
En la actualidad, son cuestiones que no están garantizadas. “Sabemos que cuesta mucho conseguir un turno de salud mental. Cuando hay este tipo de problemas no hay lugares a los que recurrir. Si hay que hacer una internación es bastante difícil porque tampoco se puede hacer. Todas esas cosas deberían mejorar”.
No obstante, Andrea indicó que se debería llegar antes. “Queremos que haya más prevención y más promoción, que haya charlas en las escuelas, que se hable de suicidio, que dejemos de tapar esa palabra porque todo el mundo le tiene miedo. Pero existe y pasa”.
“Entonces queremos que la gente esté informada porque antes de llegar a la consulta, al psicólogo, al psiquiatra, hay una familia, un amigo, un compañero de trabajo y si esa persona que está en crisis, sola, sintiéndose mal, que puede estar teniendo fantasías, puede hablar con alguien es un alivio. A veces se puede resolver una situación sin llegar a tener que hacer una consulta”, manifestó.
Sin posibilidad de diálogo, la crisis llega más rápido
¿Por qué no se habla del tema? “Es tabú. A la gente le da miedo. Contar que uno perdió un familiar por suicidio hace que el otro muchas veces no sepa qué decir y ni qué hablar cuando hay alguien que quiere contar o decir que tiene fantasías o que está pensando en ese tipo de cosas. Eso es lo que tenemos que cambiar a nivel cultural. Esa es la prevención”.
“La gente tiene que saber que hay que hablarlo. Hay que preguntarle al otro porque el preguntarle a alguien ¿Estás mal? ¿Tuviste fantasías? ¿Pensaste en un suicidio? A pesar de que parezca raro, a veces abre una puerta a que la otra persona se sienta no juzgada, no criticada y pueda empezar a hablar”, señaló.
En muchas ocasiones, sucede que las personas quieren expresarlo pero “socialmente no está permitido porque cuando nos preguntan cómo estamos, tenemos que responder bien, poner una sonrisa. Entonces generalmente no quieren preocupar a sus familiares y al no sentirse cómodos y hablar, las personas se cierran y llegan mucho más rápido a un momento de crisis”.
Atención
La referente de Abrazando la Vida valoró la línea de atención que dispuso la municipalidad, 4998520, durante las 24 horas “aunque le falta difusión”. También se puede llamar al 911 en caso de urgencia.
Además, está el Centro de Atención al Suicida y la línea 135. “Yo soy voluntaria de Hablemos de Suicidio. Es una ONG que hace reuniones por Zoom. Participa gente de todo el país y de afuera. Hacemos reuniones los martes a las 19 y los jueves a las 21. Solo hay que entrar a la página y pedir que le manden a uno el enlace para el Zoom. Son libres, gratuitos, es un lugar de escucha seguro, se mantiene la confidencialidad, no se juzga, no se critica y está coordinado por personas que de alguna manera hemos transitado o nos ha atravesado la circunstancia del suicidio en nuestra vida”.
¿Qué debería haber?
Si bien, Andrea indicó que debería funcionar mejor el acceso a la salud mental y las posibilidades de internación, apuntó a la asistencia primaria. “Que haya más promoción y prevención para que todos sepamos qué hacer”.
Al ser consultada a cómo afecta el suicidio de un ser querido, Andrea contó que “es un factor de riesgo para los que quedan. A su vez, el duelo es muy difícil. Generalmente dejan muchas culpas, muchas preguntas sin responder. Toda la familia queda afectada. Uno aprende a vivir, a transitar la vida y seguir adelante pero nunca de la misma manera”.