Las fumigaciones azotan a los vecinos de El Marquesado

Detectaron agroquímicos en el agua. El problema se repite en distintos barrios de la ciudad. Advirtieron sobre los efectos en la salud. Uno de los campos ha regado durante meses y todo el día mediante un sistema que mezcla el agua con el químico.
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Hay agua contaminada con agroquímicos en al menos una vivienda del barrio El Marquesado. El análisis realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) halló Imidacloprid y Atrazina. Los compuestos no superan los 0.5 microgramos que tolera la Unión Europea aunque en el agua no debería haber este tipo de contaminantes y el INTA recomendó volver a evaluarla.

Páginas de internet que se especializan en el comercio de agroquímicos indican que Imidacloprid es un neonicotinoide que funciona como insecticida. Se utiliza en cultivos de papa y en verduras y frutas y se aplica mediante el riego además de tratamiento foliar o aspersiones. La Atrazina, en cambio, es un herbicida que se utiliza en el maíz, entre otros cultivos.

Estudios de científicos y de universidades argentinas y el resto del mundo han indicado que los agroquímicos producen trastornos en el sistema nervioso central, el aparato digestivo, el sistema respiratorio y distintos tipos de cáncer, entre otras patologías.

Sin embargo, no hay estudios oficiales sobre el impacto en la salud de las poblaciones expuestas. Tampoco se han analizado la contaminación del suelo y, sobre todo, del agua dado que existen antecedentes en escuelas de la zona de Sierra de los Padres y en el barrio Playa Serena.

Alena y Eluard viven en la avenida 19 de El Marquesado a una cuadra y media de los campos que bordean toda la parte trasera del barrio y dicen que pertenecen a diferentes productores. Allí se cultiva maíz y papa. Fumigan con mosquitos -como le llaman a los tractores que se utilizan para arrojar agroquímicos- a no más de 200 metros de las casas sin respetar la medida judicial que establece una franja de 1000 metros donde está prohibido el uso de agroquímicos.

Una resolución basada en que todas las fumigaciones producen "deriva": una parte de los agroquímicos viaja por el suelo y por el aire y puede llegar a varios kilómetros del sitio fumigado.

El riego que contamina
Sin embargo, lo que resulta más novedoso al menos en Mar del Plata, es que también aplican agroquímicos mediante el riego. Se trata de un sistema conocido como Venturi. Alena contó que en el campo donde producen papa hicieron tres pozos cuya legalidad se desconoce para extraer agua que se mezcla con el agroquímico y va a parar al suelo. El riego se extiende durante todo el día por cuatro o cinco meses.

pozo agua

La situación empeora cuando el viento tiene dirección hacia la casa. Sienten el olor del químico que Eluard compara con el del combustible de los aviones. Después, una sequedad en la nariz y la garganta y les falta el aire. Tanto que respirar se les vuelve dificultoso. "No puedo respirar profundo", describió el vecino.

-Nos encerramos en la casa o nos vamos a Mar del Plata o Miramar. Por eso hicimos la denuncia- dijo Alena en relación a la presentación que realizaron en la fiscalía de Delitos Culposos y Contra el Medio Ambiente a cargo de Pablo Cistoldi.

Alena y Eluard se mudaron hace cinco años a El Marquesado. Pensaban en una vida de aire fresco en un ambiente no tan contaminado por los autos, por la gente y lejos del ruido. Querían hacer una huerta orgánica y daban por descontado que tendrían agua fresca. Lo último que imaginaban eran las fumigaciones: "mientras duran se van hasta los insectos. Desaparecen los mosquitos, moscas, abejas y mariposas que solo vuelven después de la cosecha".

Las fumigaciones se esparcen a todo el barrio
El problema se extiende a lo ancho de la parte trasera de El Marquesado. Noelia, Oscar y Glenda son vecinos que viven en la zona de la calle 38 y 59 y en la de calle 51 y 36. Por más que están a unas 20 cuadras de la casa de Alena y Eluard, la situación se repite. En los campos fumigan a menos de 200 metros de las viviendas.

Es necesario hacer un poco de historia: entre 2008 y 2012, rigió la ordenanza 18740 que establecía una franja de mil metros alrededor de centros urbanos en los que estaba prohibido fumigar. En 2013, tras un debate que duró varios meses y las protestas del sector agrícola, el Concejo Deliberante aprobó la ordenanza 21296 que eliminó la franja y limitó la prohibición a solo cien metros de escuelas, centros asistenciales y centros de salud o a veinticinco de cursos de agua, clubes, campings, villas deportivas y complejos turísticos.

La Suprema Corte de Justicia bonaerense, en septiembre de 2014, suspendió cuatro artículos de la ordenanza 21296 y restableció la franja. Sin embargo, los organismos municipales y provinciales que deben controlar no dan respuesta.

Oscar sostuvo que fumigan por la noche. Una sola vez pudo grabarlos a las siete de la tarde. "Huele a remedio. Es un olor feo y fuerte. Encerramos a los perros, cerramos las ventanas, nos metemos adentro y no salimos. Está oscuro y no podes filmar y si salis, además estás respirando toda esa porquería".

El primer efecto que sintió Oscar fue una picazón en todo el cuerpo. Recibió distintos tratamientos, incluso contra hongos y sarna pero los síntomas no se le van. "Hace un año tuve un dolor en el vientre como si tuviera cólicos renales durante tres días. Me daban tramadol que es morfina y el dolor no pasaba. Me hice todos los estudios y no encontraron la causa".

A una vecina de diecisiete años tampoco le encuentran la causa de los padecimientos estomacales. "Hace dos años sufre de vómitos y diarrea de forma repetitiva. Le hicieron estudios por celiaquía, intolerancia a la lactosa, parasitosis pero todo le da negativo. No le encuentran nada", señaló Glenda, la madre que, a su vez, al menos cuatro días a la semana despierta con la lengua y la garganta irritadas como si hubiera comido algo demasiado caliente.

Los testimonios de Oscar, Glenda y su hija se encuentran en un punto: ninguno tenías esos problemas de salud antes de vivir en el barrio aunque hasta ahora ningún médico los asoció con las fumigaciones. Sin embargo, en mayo cuando vieron al mosquito por última vez, algunos vecinos requirieron atención médica y un profesional de la Unidad Turística Chapadmalal, el doctor Alvarez Conde (MP 27227) diagnosticó que una vecina padecía laringitis y dolores musculares por exposición a agroquímicos.

Noelia es otra vecina que se mudó hace cuatro años a El Marquesado y vive preocupada por las fumigaciones y los efectos que pueden tener sobre su salud y la de su familia. "Tengo un hijo de cinco años y hasta hace poco todos consumíamos el agua", dijo mientras que Oscar agregó: "Vos tomas esa agua y no te vas a morir a los dos días ¿Pero en quince años?".

Los vecinos viven preocupados y se organizaron en la asamblea Sur Sur para que, entre otras cosas, se respete la medida judicial y no se fumigue a menos de 1000 metros de las viviendas. Saben que en el invierno hay una tregua pero en primavera comenzarán nuevamente las fumigaciones que tendrán lugar hasta el otoño.


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