La desextinción del Lobo Terrible
Una mirada desde Mar del Plata ¿El humano podrá cambiar el rumbo de la evolución natural?

El Lobo Terrible ha regresado. Después de trece mil años en los que la especie permaneció extinta, la empresa de biotecnología estadounidense, Colosall Biosciences, sostiene que le ha devuelto la vida.
El animal, que ganó fama como mascota de los Starks en la serie Game of Trones, no era mucho más grande que el lobo gris, la especie más común. Podía alcanzar hasta los cien kilos, era carnívoro y habitaba el continente americano desde el norte hasta la pampa argentina.
Un diente y un hueso del oído fosilizados alcanzaron para que Colosall secuenciara el genoma completo del animal, identificara veinte genes que lo diferencian del lobo gris, editara el ADN para introducir las modificaciones en células de esa especie y, más tarde, creara los embriones y los implantara en madres sustitutas.
En un video, Colosall muestra a dos cachorros tan pequeños que bastan las manos de un hombre para sostenerlos. Son blancos, los ojos rasgados como filos, el hocico en punta. Abren la boca y aúllan en un canto agudo y suave parecido a un lamento. Los dos nacieron en octubre de 2024 y en enero de 2025 se sumó Khaleesi.
Sin embargo, el licenciado en Biología y paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales de Mar del Plata, Matías Taglioretti, dice que Colosall no ha revivido a ningún lobo, que en todo caso presentó un lobo gris modificado o creó una nueva especie. Aún no se sabe y tampoco las características que tendrán Rómulo, Remo y Khaleesi cuando sean adultos.
Taglioretti, que cuenta con publicaciones en la Revista Nature, lleva el pelo castaño y corto igual que la barba y los ojos oscuros detrás de unos lentes cuadrados. Viste un buzo negro, pantalones de jean y piensa que la extinción es un proceso válido relacionado con cambios del clima y el ambiente que no todas las especies del planeta pudieron afrontar. No siempre tiene que ver con la caza y los consumos del hombre y se pregunta si es ético devolver a los ecosistemas a especies que desaparecieron hace diez mil años.
Pero Taglioretti parece más preocupado por otras cosas. La cuestión, cree, está en el conocimiento de la genética. Sobre todo, la de los mamíferos cuyo ADN no difiere tanto del de los seres humanos. Mientras más genomas de los organismos que habitan el planeta se conozcan, habrá más herramientas.
Colosall, que está valuada en diez mil doscientos millones de dólares, ya trabaja en la desextinción del pájaro Dodo, el tigre de Tasmania y el Mamut Lanudo. Japón también se anota en esa carrera y China. Los chinos, dice Taglioretti, acumulan mapas genéticos de especies como si estuvieran construyendo su propio Arca de Noé.
El laboratorio del museo es un ambiente amplio y vidriado. Sobre la mesa hay huesos cuadrados, uno junto al otro como si conformaran un tatetí color arcilla, y en una mesada, descansa el cráneo alargado, marrón y fino de un armadillo. Al lado hay pinceles y productos para limpiar los restos.
Taglioretti, sentado en un banco alto, muestra la mandíbula de un animal similar al lobo terrible que hallaron en la costa de la ciudad. El hueso tiene la tonalidad de la arena, los colmillos negros brillan como si fueran de vidrio. Él, que también ha participado del hallazgo de aves del terror, tigres diente de sable, gliptodontes y paleocuevas y ha trabajado con ADN antiguo dice que los descubrimientos genéticos pueden permitir el hallazgo de un organismo resistente a un virus. Así, se sabrá qué gen hay que modificar en el humano para que también se vuelva inmune.
La edición genética, además, permitirá la creación de organismos quimera: entidades que reúnan características de diferentes organismos en uno solo y que, a su vez, sean más aptas para una actividad. Podrían diseñarse humanos más aptos para la ciencia, la política, la economía, soldados más resistentes para la guerra.
Hace tres mil ochocientos millones de años que la vida en el planeta evoluciona por el mecanismo de selección natural que es al azar, dice Taglioretti y piensa que es eso lo que está cambiando. Ocurrirá que el humano podrá diseñar la evolución, darle un sentido, dirigirla. Y será pronto porque la Inteligencia artificial está acelerando todo.